martes, 6 de octubre de 2015

EL MONASTERIO DE CARMONA



Corría el año 1620 cuando se fundó este monasterio de monjes Franciscanos y Dominicos en el pueblo de Carmona, a unos 40 kilómetros de Sevila. Es conocido como “Monasterio del Diablo”.Son pocos o casi ninguno los documentos que existen en el Archivo Histórico del Ayuntamiento sobre este edificio. Únicamente existen dos manuscritos que acreditan su existencia y han sido recientemente descubiertos.Hoy el día el monasterio está casi completamente derruído pero aún conserva su estructura. Las paredes se encuentran profanadas con pintadas satanistas , especialmente en la alacena, debido a las sesiones de Ouija. El suelo está lleno de cascotes, animales sacrificados y restos de cristales. 
Uno de los pocos documentos que se encuentran en el archivo histórico cuentan esta inquietante historia. De una parte, José Díaz de Alarcón, Escribano y por otra, Juan Rodrigo Perea, fraile Dominico, en unión con alguaciles y demás fuerzas públicas y religiosas narra así los hechos:
Yo, señores, me hice fraile Dominico en el convento de S. José, donde entré al noviciado hace ya tres años poco más”
En la mañana del 20 de noviembre de este año de nuestro señor (1680) entró por parte de Cantillana, un aspirante al noviciado que dio llamarse según recuerdo D. Jaime Malvidas y que fue aceptado con plena satisfacción por parte del prior y demás.Ese hombre era alto, de cejas muy pobladas, de nariz aguileña, y su cara era tan fina como la de una espada. Nunca le vi en compañía de otros en la huerta o en la capilla, por lo que nos extrañó…Yo señores, no sé como ocurrió, que en la mañana del 2 de noviembre del susodicho año, cuando desperté, no encontré la puerta de mi celda abierta como era la costumbre (pues como ustedes saben todas las noches nos echan llave y cerrojo) y creyendo que era aún muy temprano, me entregué a profundas meditaciones.Después de esperar mucho rato, sentí por fin unos pasos débiles que provenían del pasillo y que venían a morir justo en la puerta de mi celda. La puerta, de un suave golpe, quedó abierta; pero cuanta fue mi sorpresa, cuando pude comprobar que atrás de esta no había nadie…Entonces fue cuando pensé que quizá la misa primera ya hubiese empezado, y me hubiese quedado dormido y castigado, pero al ver las puertas de las celdas de mis compañeros estaban abiertas de par en par, quédeme pensativo un momento, para después salir corriendo hacia la capilla. Cuando llegué a esta, no vi a nadie, y entróme un calor desde la garganta hasta el pecho, cuando oí unos lamentos a media voz que al parecer provenían de la cocina que estaba al lado de la capilla…Cuando llegué a la cocina, los quejidos se oían más fuertes dentro de mi, que pensé que era yo mismo el que los producía. Pero pronto me di cuenta de que el lugar de procedencia era el sótano y sin poderlo remediar, me vi no sé cómo bajando sus empinados escalones. Y maldita sea, señores, maldita sea el momento en el que entré en aquella habitación, pues al entrar encontré al Padre Prior y a los demás frailes colgados de los ganchos donde solíamos colgar los cerdos, jamones y chorizos. Yo señores, al ver aquel marco infernal y sangriento, comencé a ver unos seres pequeños, que apiñados alrededor de los cuerpos muertos, comían sus carnes. En aquel momento sentí un desmayo pasajero, y pude ver señores, cómo los seres que antes os había hablado se reunían en uno solo, de aspecto repugnante. Mirándome me dijo estas palabras; “Te dejo vivir, para que plocamaras mi venida al mundo”. Entonces, un fuego comenzó a propagarse por el sótano…No pude músculo alguno, para moverme y salir corriendo, y cuando pude hacerlo, la misma voz que referí anteriormente, me volvió a decir; “ve y di que Satán esta aquí”.
Testimonio de Félix Durán:
 «A mí me retiró del mundo de la investigación aquel suceso, acudimos a investigar, llamados por la curiosidad y alentados por la fama del sitio y los programas de misterios. Estando allí comenzamos a sentir ruidos extraños, como golpes, los detectores comenzaron a sonar, no estábamos solos, y de repente comenzamos a sentir pasos que se nos acercaban así como un lejano murmullo que se fue convirtiendo en una especie de salmo cantado poco a poco… Cuando aquello nos tenía casi cercados salimos como pudimos por uno de los huecos de las ventanas… dejamos allí todo el equipo y nuestras ganas de seguir investigando, fue algo terrorífico. A Justo, mi compañero, y pese a que han pasado ya cuatro años de aquello, no se le puede mencionar siquiera la experiencia… Fue un shock para todos».






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