martes, 20 de octubre de 2015

SANATORIO MARITIMO DE PEDROSA



También llamada “Isla de la Astilla”, la isla de Pedrosa es una de las islas más grandes de Cantabria.  Tiene una extensión de 1613 hectáreas, de las que 968 corresponden a la isla y 645 a tierra firme. En la actualidad está unida a tierra por un puente construido en 1966.

En 1834 la Junta de Comercio de Santander inició los trámites para convertir Pedrosa en un lazareto en el que alojar a los tripulantes de buques afectados por enfermedades tropicales. La mayoría tenían lepra y se les abandonaba allí hasta que morian, sin ninguna atención médica. 

Empieza a funcionar en 1869 y se mantiene hasta 1914. Este año pasa a ser Sanatorio Marítimo Nacional para el tratamiento de la tuberculosis y llega a tener 600 camas hasta que finalmente en 1989 cierra sus puertas.

Poco después volvió a abrir como comunidad terapéutica dedicada a la rehabilitación de drogodependientes. La Consejería de Sanidad lo sigue utilizando con este fin y actualmente solo se puede acceder a uno de los pabellones del sanatorio hasta las 22.00. Actualmente a la isla sólo pueden entrar los vehículos autorizados, pero son muchos quienes van andando.

En el jardín del sanatorio marítimo se pueden apreciar dos esculturas: una dedicada a Manuel Martín de Salazar, director general de Sanidad del Estado, y otra en memoria de Victor Meana Negrete, uno de sus directores más influyentes del sanatorio.

La americana Anita Lauda, autora de libros como “Al final de la espital” o “Tesoros arqueológicos y etnográficos de San Sebastián de Garabandal” contaba que ella y un grupo de siete personas regresó al pabellón abandonado para intentar comunicarse con los espíritus. «Hicimos una ‘ouija‘ pero no funcionó. Sin embargo, antes de empezar, un compañero del grupo puso una canción en el móvil -una versión de ‘Every breath you take’ entonada por un coro infantil- y mientras sonaba, se comenzó a escuchar mucha gente bajando por las escaleras del edificio. «Eran los fantasmas de unos niños, vestidos con ropa antigua, acompañados por una mujer que parecía una enfermera», cuenta Lauda. «Aquello lo vimos los siete. Los que son sensitivos y los que no».

Los miembros de ICOA sacaron centenares de fotografías durante sus dos noches en el edificio abandonado de Pedrosa. Anita Lauda señala en ellas esferas de energía, fantasmas y psicografías.






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