jueves, 22 de octubre de 2015

PREVENTORIO AIGUES DE BUSOT



Así como los sanatorios se dedicaban a la asistencia y curación de enfermos ,los preventoriostenían la función que el propio nombre indica: Prevención del desarrollo y propagación de enfermedades, como la tuberculosis infantil.
Este preventorio situado a veinte kilómetros de Alicante fue construido en 1844 por el Conde de Casas Rojas Don José, que en un principio levantó dos edificios, uno para los clientes menos acomodados y otro (el Hotel Miramar) para los clientes más pudientes.
El Hotel MIRAMAR cerró hacia 1920 y en 1936, el fue adquirido por el Estado y se convirtió en este Preventorio Nacional Infantil destinado al tratamiento de niños con tuberculosis.
Cuando se erradicó la tuberculosis el preventorio se cerró.En el año 1967 quedó abandonado. El edificio fue adquirido en 2006 por Valentín Botella (presidente del Hércules) con el fin de ser restaurado y construir un nuevo Balneario. En 2010 estaba previsto que el proyecto estuviera terminado y abierto al público. El Balneario incluirá un Hotel de 5*, piscinas, termas, masajes, sauna, salas de relax, gimnasio, zona deportiva, sala de convenciones y restaurante. El complejo contará con 120 habitaciones y otros tantos alojamientos de uno, dos y tres dormitorios. Los jardines que rodearán el complejo contarán con plantas medicinales, árboles frutales y senderos peatonales
En este preventorio se han encontrado hallazgos romanos.
En cuanto a los fenómenos paranormales es diverso. El investigador por todos conocido Pedro Amorós (presidente del SEIP), en la revista Enigmas, dedicó un artículo a este preventorio en la edición de Septiembre de 2002, detallaba como mientras realizaba un reportaje fotográfico había captado con su cámara digital la figura de un monje franciscano.
Hay constancia de tres personas adultas que murieron en el preventorio. Una enfermera murió quemada en un incendio que se produjo en habitación personal, otra muerte por insolación y otra por enfermedad.
Se han realizado sesiones de ouija y varias personas afirman haber visto figuras humanas que luego desaparecen, así como el sonido de voces extrañas
Testimonio de un antiguo interno del preventorio
“Pasillos largos, sombríos e inciertos (no se sabía donde acababan, ya que muchos accesos estaban prohibidos a los niños). La percepción era la de un laberinto tétrico en el que uno no se debía aventurar. Siempre se caminaba en fila. Sólo era de chicos.
Las ventanas de los dormitorios permanecían abiertas, incluso por la noche. El frío obligaba a usar antiguas camisetas de felpa. Era frecuente tener sabañones debido a las bajas temperaturas. Para ir al lavabo, había que solicitar previamente papel higiénico a otro niño que tenía la responsabilidad de administrarlo con mesura y luego dar cuenta de ello.
Casi nadie iba a los lavabos en horas nocturnas debido al miedo de andar solos por corredores y pasillos. Los comedores estaban en la planta baja y la luz natural era escasa por lo que se complementaba con luz eléctrica.
A los niños que se orinaban en la cama por miedo a salir de sus cuartos de noche, se les exponía en el aula, después del desayuno al día siguiente, envueltos en sus correspondientes sábanas mojadas. Después, a la hora de comer, se les ponía juntos y apartados en una misma mesa (el olor a orín era tremendo).
El dinero de los niños se administraba por un empleado y existían normas muy estrictas para ello (ningún niño podía pedir dinero propio más allá de lo establecido). Normalmente era para comprar materiales de trabajos manuales y correspondencia (sobres, sellos, hilos, cartones, celofán, pegamento, etc).
Las visitas de familiares eran muy escasas.
Las monjas eran muy estrictas, sobre todo una, Sor Tránsito, ella era la que más humillaba a los niños, sin importarle la edad de los mismos.
No creo que muriesen muchos niños, ya que aquel sitio era un preventorio y no un centro para enfermos graves o terminales.
Había una vigilancia sostenida sobre la evolución del estado de salud de los niños. El programa médico se cumplía a rajatabla. No se hacía ejercicio físico.
Según el nivel de salud de los pequeños pacientes, se les conocía como “pocho”, “pocho-relativo”, “relativo”, “relativo-alta” y “alta”. Al llegar a este nivel, los niños volvían a sus casas.”



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